Cuando tenía 12 años, un comando senderista asaltó la chacra de su papá y mató a su hermano Ariel de 15 años. Él fue testigo de la ejecución y pudo identificar al asesino que tenía un tatuaje de un cóndor en el brazo izquierdo. Su padre vendió todas sus propiedades que tenía en Samaylla y viajó a Huancayo. Al poco tiempo la mamá de Zancudo murió de pena extrañando a su hijo Ariel. Unos meses después murió el padre también de rabia y melancolía. Zancudo quedó huérfano pero con la compañía de su amigo Cayo culminó sus estudios. 7 años después, estando en la Estación Central de Kyoto, Zancudo se acerca a un conjunto musical que tocaba temas andinos. Grande fue la sorpresa cuando identificó al charanguista como el asesino de su hermano. Pudo observar el tatuaje en el brazo. Se le hechó encima con puñetes y patadas y lo dejó inconsciente. Detenido en la comisaría tuvo que recurrir a una cónsul de la embajada peruana en Tokio para que lo ayuden a obtener su libertad. Después de unas semanas, se entrevistó con el asesino. Él tenía sus papeles en regla. Había utilizado la Ley de arrepentimiento y había rehecho su vida. El ex terrorista le pidió perdón por la muerte de Ariel pero le especificó que cumplió ordenes del mando militar de Sendero Luminoso. Zancudo asimiló el testimonio y luego viajó al Perú para dejar flores a la tumba de su hermano en Samaylla.
"Ojos de pez abisal " narra magistralmente el ambiente de terror de los ochenta con sus paros armados y apagones. Gutierrez Llantoy describe con primor los paisajes de Huancavelica y con exactitud la modernidad japonesa. En suma, la obra es un homenaje a los miles de peruanos que tuvieron que salir del país debido a la violencia senderista.



